Ejecución Nada fue fácil con Bundy y su ejecución no sería diferente. Siguió proclamando su inocencia y metódicamente agotó sus apelaciones. Representándose a sí mismo obtuvo numerosos retrasos a la ejecución, la primera el 4 de marzo de 1986, incluyendo unos quince minutos antes de la hora programada para morir el 2 de julio de 1986, y otro el 18 de noviembre, a tan solo siete horas de la ejecución. Este criminal usaba y abusaba de su encanto personal y no dudó en utilizar esta capacidad en su lucha por retrasar su final. Resaltando tal rasgo, el criminólogo Robert Ressler estima que Bundy se favoreció, pues la prensa interpretó mal aquel encanto personal. Señala que, al contrario de la imagen que de él brindaban los medios de difusión, este delincuente no era "el Rodolfo Valentino de los asesinos en serie, sino un hombre brutal, sádico y pervertido". Buscando aplazar el cumplimiento de su sentencia, le confesó al doctor Bob Keppel, jefe de investigadores del Depar...
Comentarios
Publicar un comentario